Este no es otro fucking correo basura

Después de horas como espectadora de una película de terror de cabotaje (“Los K – mikaze”), decidí tratar de distraerme con mi laptop. Como si no bastara el Facebook para hacerme perder tiempo con la maquinita, anoche caducó uno de mis filtros y mi casilla empezó a poblarse de ese elemento nefasto conocido popularmente como spam. En criollo, correo basura. By the way, dejame decirte que éste no es otro fucking correo basura. Te aviso por si te estás acordando de mi árbol genealógico que alguna neurona estoy utilizando para escribir esto. Aunque si considerás “spam” a mi “arte”, escribime un mail (mandándome a la mierda) y te libero de mi genialidad forever.
Como venía relatando, mi casilla se llenó de residuos y decidí empezar a revisar el tacho virtual. Mi cartoneo dejó el siguiente saldo:
“Viagra al mejor precio”. Paso. Hombres de gorrión mustio, abstenerse.
“Antidepresivos y píldoras para adelgazar; envíos por correo”. No gracias, no pienso largar los budines.
“Cartuchos de tinta y toner”: gracias; hace meses que mi impresora reposa en el piso a la espera de una mano voluntariosa que la instale.
“Liquidación de joyas de relojería”: no uso reloj desde que perdí el que me regaló Chiquita Legrand.
“Interesante video de Britney Spears desnuda”: ¿no había uno de Batistuta? ¿Y el de Wanda, que es más divertido?
“Encuesta sobre la vida nocturna en San Diego, California”. Justo a mí, que salgo de noche sólo para que haga pis mi perro.
“¿Sarro en los caños de su industria?”: Me viene a la mente una grosería. Pero como industria no tengo, con la tuya me entretengo.
“Querido socio”: un tipo de Hong Kong que busca parientes de un muerto en la guerra para repartir la herencia. No amerita análisis.
Un desecho el correo spam. Ni hablar del tiempo que pierdo “sacando la basura” virtual. Pero al menos me saca una sonrisa en tiempos de tanto residuo moral.